domingo, 18 de diciembre de 2016

La nostalgia de un Parque
Sobre los proyectos para el Tiro Federal de Buenos Aires
 Por Marcelo Corti

Primera aclaración: participé (sin premio) en el concurso de ideas para el predio del Tiro Federal en Buenos Aires (Polo o Parque de la Innovación); no sé si las ideas que expondré aquí estuvieron bien expresadas en el proyecto del equipo que integré (y en ese caso, si el jurado no compartió esas ideas) o si no conseguimos comunicarlas. En todo caso, discutir los proyectos premiados, con el debido respeto al trabajo y las ideas de los equipos profesionales que los produjeron y a las decisiones del Jurado que los eligió y ordenó, es parte de una reflexión permanente sobre la ciudad, sus problemas y sus oportunidades.
Segunda aclaración: las ideas que sustentan mi reflexión sobre los trabajos premiados coinciden exactamente (casi como si las hubiera escrito yo mismo) con las de Mario L. Tercco en su Terquedad al tiro y su Terquedad de la (no) Ciudad Universitaria, publicadas respectivamente en los números 153 y 90 de café de las ciudades. A esos textos remito, pero básicamente (y ese es el motivo por el cual participamos del Concurso convocado por la FADU-UBA) la operación propuesta por el Gobierno de la Ciudad para el predio donde actualmente se asienta el club Tiro Federal tiene como una de sus justificaciones más fuertes (que dicho sea de paso, son pocas) la oportunidad que genera de lograr una adecuada comunicación de la Ciudad y de dos de sus barrios más poblados, Belgrano y Núñez, con la Ciudad Universitaria y, a través de esta, con la históricamente negada costa del Río de la Plata. Esto a su vez genera la doble oportunidad de transformar la Ciudad Universitaria en un barrio de la ciudad y de crear un circuito caminable o “bicicleteable” entre los Parques de Palermo y la Costanera. Estos objetivos requerirían para su realización un gran parque legible como tal y abierto a la ciudad, y la continuidad de ese parque sobre Ciudad Universitaria. Pero en la revisión de los proyectos premiados no se encuentran reflejadas estas ideas.
















El primer premio del Concurso, de Alberto Varas, propone un “valle” verde que en realidad es una calle de ancho generoso uniendo dos o tres plazas entre dos filas de edificios paralelos a la Av. Udaondo, sobre la cual se replica esta idea de corredor verde con veredas ampliadas. Una idea que funciona bien en el Corredor Donado Holmberg, por ejemplo, pero que parece algo mezquina para este polígono de tan generosas dimensiones. En el resto de los trabajos tampoco se encuentra un proyecto de parque generoso que equilibre la profusión edilicia debida a la alta constructividad otorgada al predio: un FOT (Factor de Ocupación Total) 8, si se acepta el uso de un indicador que está cerca de ser abandonado por el nuevo Código Urbanístico en estudio en la Ciudad.


El segundo premio, de Leonardo Bracco, propone edificios en tiras básicamente perpendiculares a Udaondo, abriendo camino hacia el predio que actualmente ocupa el CENARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), también con rumores de traslado y reciclaje como… ¿parque?, ¿otro desarrollo inmobiliario? El tercero, de Flora Manteola y Joaquin Sanchez Gómez, se acerca más a esta idea de “parque potente”, aunque el basamento de las torres cilíndricas propuestas sobre Udaondo parece afectar su carácter. 


La primera mención (María Romina Rossetti, Lucía Lopez Seco, Leandro Petrazzini y Matías Ceballos) propone también un parque algo más generoso sobre Udaondo. La segunda mención, de Miguel Lama y Oscar Soler, toma la idea del corredor verde entre edificios, virtualmente privatizado a favor del desarrollo inmobiliario, aunque en compensación propone la más convincente de las conexiones con Ciudad Universitaria. 

La tercera mención, (Alexis Shachter, Marcos Amadeo, Adrián Russo, Fernando Cynowiec Páez y Augusto Jaimes Cesar) llevan el corredor verde al norte del predio y es la única que introduce la propuesta, a mi juicio correcta, de integrar como parque el predio del CENARD y bloquear así la continuidad de tejido construido sobre los clubes del Norte porteño. También considero correcta, aunque esto es más opinable, la separación de ese espacio respecto al Estadio Liberti, lo cual evita que el parque quede sumergido en la dinámica propia de los espectáculos deportivos. 



La mención honorífica de Luis Cabillón explora las posibilidades de un parque recinto, con reminiscencias de los grands projets franceses. La otra mención honorífica (Gastón Noriega, Gabriel Monteleone, Néstor Magariños, Jorge Hampton, Emilio Rivoira, Griselda Balian) genera dos corredores paralelos en una variante de la propuesta del primer premio. Es más generoso el que bordea Udaondo y más estrecho el interno, aunque propone como remate una buena conexión con Ciudad Universitaria (este es también el único proyecto que explora posibles intervenciones de mejora urbana en el desangelado campus de la UBA).



Me limito a estos dos aspectos de las propuestas (escala del parque y articulación con Ciudad Universitaria) y omito otros que también ameritan análisis: la relación con las megatorres requeridas sobre Libertador y el edificio sede del club, el remate de la Av. Figueroa Alcorta, la difícil respuesta metafórica a la consigna de “Innovación” (¿resabio del mito noventista de la “competencia” entre ciudades) y, especialmente, las complejidades de calibrar las magnitudes parcelarias y constructivas de la operación. Como dije al principio, la llegada de la ciudad al Río, la recuperación de un barrio universitario y la continuidad espacial y paisajística Palermo-Costanera podrían ser logros meritorios de esta cuestionada operación del Gobierno de la Ciudad. La desilusión con su concreción efectiva en los proyectos premiados no es producto de una falla colectiva de la disciplina del diseño urbano en Argentina; por el contrario, mi impresión es que se originan en el sobredimensionamiento de los requisitos inmobiliarios en el programa del concurso y, básicamente, en la norma urbanística para el área.
Si bien esta norma y esas bases limitaban la superficie a desarrollar a un 35% del predio, la excesiva constructividad de ese tejido y la necesidad de adecuar la arquitectura a los requisitos de iluminación y ventilación propios de la residencia (que no permiten la compactación edilicia que puede lograr el comercio o las oficinas) condicionaron para mal la posibilidad de los proyectistas de concentrar un “volumen” de parque de la escala necesaria para constituirse en la pieza de espacio público y verde que la ciudad requiere. La norma y las bases son también muy vagas en definir el tipo de articulación requerida entre el polígono del concurso y la Ciudad Universitaria; cualquier cálculo que se haga muestra que el monto de una “superconexión” por sobre la Autopista Lugones (incluyendo un buen centro de transferencia de movilidad) es apenas un minúsculo porcentaje del flujo de fondos total que la operación posibilita entre la generación de suelo y el desarrollo de los proyectos inmobiliarios. ¿Habrá en la realización efectiva del “polo innovador” una oportunidad para recuperar esas oportunidades…?
MC



lunes, 28 de noviembre de 2016

Biblioteca Popular de Bellavista: ¿urbanismo social avant la lettre o “lo que podemos”?
Entrevista a Susana Fiorito.


A Bellavista se puede llegar caminando en pocos minutos desde la ajetreada peatonal del Centro de Córdoba, desde el muy trendy barrio Güemes o desde la hiperdensa y juvenil Nueva Córdoba. Claro está, con alguna precaución y sin dejarse asustar por comentarios como el dudosamente redactado de su entrada en Wikipedia: “Actualmente el populoso barrio es considerado uno de los más peligrosos de la ciudad por el índice de delincuencia que presenta, a lo cual le da mala fama por esa parte”. 

A renglón seguido, la misma fuente matiza: “Pero el Carnaval de Bella Vista realizado por la vecinal con la participación de la Biblioteca Popular barrial y los colores del Club Atlético Bella Vista le dan el orgullo al barrio cordobés”.


Esa Biblioteca Popular es fruto del esfuerzo de dos personas, el gran escritor Andrés Rivera y su pareja Susana Fiorito, a quien entrevistamos una mañana soleada de invierno en la sede de Rufino Zado e Iriarte, a media cuadra de La Cañada (la segunda Cañada, la de los árboles fallidos, los bordes bajos y las casas humildes). Cuando le explicamos a nuestra entrevistada de que va nuestra revista y que abordamos la ciudad no solo desde el punto de vista del desarrollo urbano y la planificación sino también de temas sociales, económicos y culturales, ella entiende enseguida de que hablamos: “Es decir, de la gente”.

La primera pregunta inquiere sobre el barrio y como lo caracteriza Susana en términos históricos, tanto el barrio al que llegó con Rivera en los ´90 como el de la actualidad

SF: El barrio es una cosa viva que cambia muchísimo de acuerdo a los avatares políticos y económicos del conjunto de la Argentina y además tiene su propia dinámica que depende de la dinámica demográfica, del paso de las generaciones. Esa dinámica sigue también los vaivenes de la demanda de trabajo no formal; es un barrio enclaustrado bastante cerca del centro pero de alguna manera aislado, no está atravesado por líneas que impliquen la traslación de actividades y relaciones. De alguna manera ahora está más abierto pero durante muchos años fue una especie de “globito”. Yo vivo acá hace más de 20 años y la calle donde yo vivo desemboca en la Av. Julio A. Roca, por lo tanto, desde las 5 de la mañana yo sentía los pasos de la gente que iba caminando a tomar el transporte para ir a trabajar a la fábrica, la oficina o el taller. Desde el “parate” que hizo la economía en el 2000, 2001, no se oía un solo paso; después del 2002 o 2003 empezó a regularizarse otra vez el ruido del ritmo de los zapatos y alpargatas de gente yendo a trabajar. Lo mismo pasó adentro del barrio, acá hay una cantidad de bolichitos, uno vende patas de pollos, otro es un almacén, ahora hay un supermercado chino (se ve que entramos a la modernidad, agrega entre risas). Pero durante muchos años solo había 3 o 4 negocios. Estaba la panadería con las empanadas y las pizzas y dos almacenes, en el cual en uno sabias que podías comprar el vino y en el otro sabias que podías comprar el pan, pero todo eso se ha ampliado, ahora hay una integración mayor a la vida urbana, me parece.




CdlC: ¿Cómo se establecieron acá?

SF: Bellavista tenía muy mala fama. Este edificio antes era un depósito de forraje, no tenía las plantas altas. El dueño era evangelista o alguna religión por el estilo, y los domingos juntaba a los niños para hablarles de las Sagradas Escrituras. Todo esto cambió. Fueron los vecinos los que contribuyeron, y también el aporte monetario de muchos escritores, poetas, cantores de Buenos Aires. Andrés y yo fuimos los que empezamos con esto junto con Carlos Masera, que había sido secretario general de SITRAC [SITRAC-SITRAM, sindicatos clasistas de las plantas Concord y Materfer de FIAT, protagonistas de las grandes luchas obreras de fines de los ´60], Bizzi, integrante de la comisión directiva, Ponce, que era un delegado. Así que vino una parte de la gente que había trabajado en SITRAC y que había sigo “degollada” por Lanusse  y después algunos militantes que habíamos estado acá en los años de auge del movimiento de los empleados de las automotrices y que después habíamos pasado por toda la dictadura con mucha gente muerta, degollados, torturados, mucha gente que desapareció y se fue a buscar empleo en lugares recónditos. Y así  volvimos a juntarnos y a rearmar lazos, poco a poco…Mirina Curutchet (la hermana del Cuqui Curutchet, el abogado del SITRAC que fue fusilado en Ezeiza) y dos arquitectos más hicieron los planes para ampliar esto, que no se amplió de una sola vez. Nos sentábamos ahí (señala la entrada) a la mañana con esa puerta abierta, nos poníamos los 5 en la mesa, que era una pila de ladrillos con una tabla de albañilería, y los 400 libros que habíamos traído de casa y de amigos de Andrés que habían donado. Hasta que un día pasa por esa vereda una señora voluminosa que hace cuatro pasos, vuelve, pone los brazos en jarra entra y dice “Vos, ¿qué haces acá?” Era uno de los que habían sido delegados del SITRAC, que se había ido y ahora volvía como miembro de la comisión directiva de una biblioteca popular, y ella era costurera de la municipalidad (o del ejército, no se bien) y su marido sastre; ellos fueron los que nos fueron presentando a la gente del barrio y dando fe por nosotros. Nuestra inserción fue espontánea y no tenía nada que ver con los libros, sino con las relaciones de vecindad, con la cosa social. Mucho antes de eso, cuando vino el primer albañil, el señor que vivía al frente, que ahora murió, se cruzó de vereda, me dio la mano, se presentó y me dijo “señora, para mí una biblioteca es un templo” ( aclaro que yo soy atea). Y le dije “¿cómo se llama usted?, mucho gusto”. El caso es que él fue trayendo a los vecinos, constituyo una comisión de vecinos y se empezó a trabajar no sabemos muy bien cómo, primero creo que con los chicos porque no había rejas, los chicos se tiraban por la ventana, se revolcaban. El sindicato de maestros nos proporcionó una maestra con licencia médica y ella iba por los negocios del centro y le regalaban rollos de papel blanco de almacenero y los ponía sobre la mesa y sentaba a todos los chicos alrededor, les contaba un cuento y ellos dibujaban los personajes. Llegaba el viernes y el papel se ponía así en la pared, pero resulta que los monigotes quedaban patas arriba uno y patas abajo otro, entonces a la mitad de la semana había que darlos vuelta. Así aprendimos de la gente; esta biblioteca  se hizo aprendiendo de las costumbres y de las propuestas de los chicos y después de los grandes, fue una ida y vuelta de cosas que aprendimos. Ni Andrés ni yo éramos bibliotecarios, habíamos sido consumidores de bibliotecas nomas. No teníamos experiencia de biblioteca.
Lo único que teníamos era la inserción en la historia de la huelga agraria del año 1912, del “Grito de Alcorta” [rebelión iniciada en el sur de Santa Fe y extendida luego a toda la región], por el viejo Pedro (cuyo nombre tiene la Fundación que dirige la biblioteca, Pedro Milesi), que nos había contado toda esa historia. Venían los inmigrantes, sacaban toda la espina, el yuyo, araban la primera vez y después los echaban; los dueños de los grandes campos les hacían contrato por un año y luego ponían hacienda.
Aprendimos mucha historia social, aprendimos también las dinámicas sociales, las cosas que ocurren con este tipo de población que tiene una escuela primaria pero nosotros recibimos chicos con certificado de séptimo grado que no saben leer y escribir, y cuando vamos a hablar con la directora ella nos responde que el ministerio no les permite que los alumnos repitan el grado. Te das cuenta que queriendo ser una cosa autónoma, independiente con una mirada no estratificadora, social, tenemos que sostener dinámicas sociales que chocan con lo que la estructura civil y cultural que se impone y con el aparato de los punteros, una cosa aceitada que viene de 1900 y que todavía llevan a la gente con la boletita y el sobre. Todo lo que te puedas imaginar y saber de 1900 en los atrios de las iglesias sigue igual, aunque ahora van en auto. Lo elemental no cambio.



De todas maneras tenemos una biblioteca de 25.000 volúmenes que son consultados, prestados, leídos. Nosotros no hacemos ayuda escolar, nosotros le decimos al niño donde está el libro, como es el índice, como tiene que buscar, confrontamos lo que la maestra le dio con el índice del libro… tratamos de hacerlos autónomos. Toda la biblioteca tiene la orientación para que el vecino sea autónomo y que sepa pescar las cosas que necesita para crecer. Por eso también tenemos una cantidad muy grande de talleres, no nos hemos limitado a la biblioteca aunque tenemos esos 25.000 libros y sigue aumentando la cifra… Recibimos muchas herencias, se está muriendo la gente de mi edad, que era la gente que leía, antes de la televisión y está legando los libros y entonces tenemos comunicación con bibliotecas populares del interior donde vamos mandando libros, a través de los comisionistas, cajas de libros, para que se pueda volver a la escritura, a  la lectura, a lo que no es audiovisual. Acá las madres a los dos, tres meses ponen a los chicos en el carrito en frente a la televisión y lo dejan toda la mañana con la imagen; después el chico no sabe hablar. Nosotros vemos a través de los años un retroceso en la formulación, en la riqueza de las imágenes. Por eso tenemos muchos talleres para chicos que todavía no saben leer para la lectura de imágenes, el cuento. Tenemos una salita donde la tallerista viene todos los días con una noticia, que puede ser desde el perrito blanco de Fulano a la muerte de Kosteki y Santillan [militantes sociales asesinados por la policía en la estación Avellaneda, Buenos Aires, en 2002]. El día en que ellos murieron le trajimos el recorte de la noticia, y les contamos la historia, entonces los chicos escribieron “tráiganlos a Bellavista que los cuidamos” con la foto de las piernas altas y el chorro de sangre. Es decir, tratamos de meterlos en la realidad social a la que los meten sin hablarles, sin formularla y sin procesarla. Los chicos no saben escribir pero dicen cosas. Se anota todo lo que dicen y después se vuelve a leer y se ordena la información (nos muestra el libro Perfiles de Bellavista). Esta es la historia de los viejos, la historia que dice como se hizo el barrio. Uno de los primeros años juntamos una cantidad de viejos y adolescentes, los adolescentes hicieron un mapa en relieve con cajitas de remedios y los viejos contaban las anécdotas que recogió Andrés. El texto es una reelaboración de Andrés de lo que contaban los viejos, con algunas fotos, la primera jugadora de básquet en el barrio, esta era la biblioteca vieja, las fiestas, esta es la biblioteca tal y como la compramos nosotros. Es una historia para un archivo.




CdlC: ¿El material que tienen y el tipo de consulta que se hace es básicamente educativa o hay quien viene por recreación cultural?

SF: Hay mucha novela, mucha ficción, incluso tenemos una vez por semana un taller de literatura con María Paula Ineli ,que es profesora de la carrera de Letras, donde cada año se elige un nuevo tema y todos los participantes tienen que leer un libro, compartirlo con los demás, en general sobre ejes políticos. Esto trata de ser una ventana al mundo, a la historia social de la humanidad. Trabajamos mucho la guerra del ´14, la guerra del ´39, las colonias, África… vamos mezclando y buscando lectura que tenga que ver con eso… que se yo, el prólogo de Sartre al libro de Franz Fanon. Vos no tenes idea de como gente que nunca ha leído otra cosa que avisos del precio de la carne se engancha con las temáticas. El sábado este hemos tenido un concurso de ajedrez, nunca hemos tenido un juego de ajedrez acá, el año pasado cayo un muchacho de la federación, lo propuso y se le juntaron chicos de todas las edades; se le agolpan los días de ajedrez. Llegamos a hacer el sábado pasado el primer torneo, los que jugaban eran los niños y los que miraban eran los padres.



Tenemos talleres de cultura corporal desde los 5 años hasta mujeres de hasta 80 años que vienen a la noche. Eso desde hace muchísimos años e incluso empezó en este barrio cuando nosotros abrimos el primer playón; la vecina del enfrente me lo pedía. Ella escuchaba por radio a una de estas mujeres que se pusieron de moda con la gimnasia y juntaba a las vecinas para hacer esa especie de cultura corporal con música. Después pusimos gente egresada del Instituto de educación física y cultura corporal, e inauguramos una cosa más vinculada al crecimiento del cuerpo; nos separamos del concepto de gimnasia sueca.
De manera que vamos encontrando caminos para armar una escalera intelectual, social, simbólica, un análisis de la realidad que vos procesas no como la procesa un perro o un gato sino como la procesa un joven o un niño. Nosotros tratamos  de abrirles el mundo, que sepan que hay algo fuera de la Julio A. Roca y Elpidio González.

Julio A. Roca es la avenida de comercios y boliches que vincula el centro ampliado de Córdoba con la ruta 20, camino a Carlos Paz. Elpidio González nace o termina (según de donde se venga) en Roca y continúa poco más allá de La Cañada; es el eje comercial y social del barrio. Bellavista está limitado al norte por Roca, al este por La Cañada, al sur por una calle que lleva el sorpresivo nombre de Venus y al oeste por La Pampa, único de sus límites cuyo paisaje cambia radicalmente al otro lado de la calle, en el barrio parque Residencial Olivos. Entre esos bordes, un tejido compacto y bajo, de casas de variada categoría aunque la mayoría ha conocido épocas mejores. Cada tanto se abren perspectivas profundas desde la altura de las colinas en que se asienta el barrio y queda claro el porqué de su nombre, Bellavista.


CdlC: Volviendo al barrio, vos me hablabas de las dinámicas demográficas. ¿En estos años han observado que el barrio incorpora gente, que la pierde o que mantiene las familias?

SF: En el 2000, 2001, 2002, Bellavista perdió gente, que después volvió a venir. Yo creo que eso de que hay lugares cerrados no existe, por lo menos por acá pasa la dinámica económica, social, política. Todo el proceso electoral esta como en el año 1900, la única diferencia es que no se hace en el atrio de la iglesia sino en la casa del puntero. Los  punteros existen, le dan el sobre con la boleta a la gente, ese sobre luego tiene que volver con la prueba de algo, del sello en la libreta, y el puntero paga con algo. Eso no ha cambiado en absoluto desde que tengo 15 años y hoy tengo 86. Lo que sí, digamos, el barrio se politiza torcidamente en los 15 días de las elecciones, y después vuelve a caer en la nada política. Nosotros hemos logrado en actos con alguna barbaridad, represión, trabajamos mucho el problema de la UCA, Unidad de Contención de Aprehendidos [ubicada a pocas cuadras de Bellavista, cruzando el puente de la calle Fuencarral, vecina al Hospital Misericordia], la vieja Cárcel de Encausados, que lleva distintos momentos de auge y de decadencia, con el código de faltas anterior igual que con el código de convivencia, no ha cambiado nada. La policía tiene que tener una cantidad de aprehendidos diarios y semanalmente, así que los chicos tienen que salir de la casa con DNI, si ese DNI no le sirve al policía, se lo llevan. Lo llevan al patio, le sacan los zapatos, le pegan con la varita en la planta de los pies porque no quedan marcas, los llevan a salones donde hay 20, 30 pibes .El chico lo primero que pide es una bolsa de plástico y una de papel, porque solo los llevan una vez al baño por día, entonces tienen que hacer sus necesidades en la bolsa. Con el código nuevo, lo mismo que con el viejo, no hay cambios reales fundamentales, es lo mismo. Para nosotros es una muestra total de como el sistema permanece a pesar de todo lo que se dijo alrededor del código de faltas, los concejales, los diputados… no pasó nada, todo está igual. Lo que también permanece es que los adoctrinan para que roben para la policía; entran en un círculo donde el pibe tiene que robar para el cana y vuelve a caer y vuelven a tener una pena que le pone el comisario. Los chicos hicieron una campaña muy grande 4 o 5 años después que aprobaron este último código de faltas, a lo mejor yo estoy apartada pero yo noto una bajada en aquel empuje contra el código de faltas. Estas son las producciones de la salita del mundo mágico (cambia bruscamente de tema), te lo regalo.


  
CdlC: ¡Gracias! ¿Qué tipo de trabajo desarrolla la gente del barrio para ganarse la vida?

SF: Hay mucho negocito, pollería, kiosco etc. Hay gente que trabaja en el “sistema de changas”; también hay, como en todos los barrios de Córdoba, un porcentaje de empleados del estado, que vienen a través del puntero y según quien está en la municipalidad o en algún  ministerio. Y después está el negocio de consumo: las alitas de pollo, un supermercado chino, un carnicero, dos almaceneros. La cosa más elaborada, que no es consumo alimentario, esta fuera del barrio. Hay algún zapatero remendón… pero en general, la gente changuea. A las 5 de la mañana en mi calle se oye a la gente que va a tomar el transporte para irse a trabajar.

CdlC: Vos que tenés memoria del SITRAC-SITRAM, del Cordobazo y demás luchas populares, ¿esto siempre fue así o este barrio tenía otra tradición?

SF: Yo no conocí este barrio en esa época, yo vivía en Talleres Este. En Bellavista la gente habla del Cordobazo, de la gente que venía desde la fábrica IKA, pero no fue un barrio fabril ni obrero. Siempre fue un barrio caracterizado por su cercanía al centro, de empleados, pequeños bolichitos…
   
Durante la entrevista me resultó inevitable la comparación con los Proyectos Urbanos Integrales de Medellín y, especialmente, sus Parques Biblioteca (aunque ni Bellavista ni Córdoba sean Medellín). Susana no ha escuchado hablar de ellos y trato de explicarle el concepto.

CdlC: Es una experiencia del urbanismo latinoamericano que ha despertado mucho interés y también muchas prevenciones. La administración municipal que asumió en el 2004, años después de Escobar, trabajó en barrios conflictivos, dominados por el narcotráfico y, por la geografía de Medellín, generalmente ubicados en la montaña, casi inaccesibles. La idea central fue instalar al Estado en los barrios y como punta de lanza se instrumentaron planes de transporte, hicieron unas escaleras mecánicas que conectaban los barrios con el metro central, y luego instalaron lo que ellos llaman parques bibliotecas, con proyectos arquitectónicos muy interesantes. Se proponen como primer punto de presencia del Estado dentro de esos barrios, como una forma de recuperar y de constituir el orgullo barrial, de extender el horario de uso del espacio público. Te voy a mandar algo al respecto y me interesa tu opinión.

SF: Me interesa que me lo mandes. Esto es una cosa que no tiene nada que ver con el Estado, al contrario, en realidad nosotros somos los que decimos que las elecciones son una trampa, que son todos iguales. Descreemos de la organización civil que arma una especie de teatro de la participación; nosotros le decimos a la gente usted participa acá, donde esta con su compañero, con sus vecinos, donde usted sabe lo que le pasa y lo puede discutir. Por ejemplo, el asunto de la violencia de género, hace mucho que se trabaja e incluso el grupo de mujeres han hecho esténciles pequeños que pintan ellas mismas en el barrio.

CdlC: Ahora que lo decís, me llamaba la atención que en los postes de luz, donde normalmente en cualquier barrio se pegan anuncios de mascotas perdidas, el maestro particular, el que pasea perros… en Elpidio González encontras en cambio dos tipos de avisos predominantes: de abogados penalistas y de violencia de género.

SF: Bueno, hay un grupo grande de mujeres que trabaja eso, por suerte ahora se ha hecho la marcha pero nosotros venimos trabajando eso hace años, con esténciles y murales en todo el barrio. Hay un esténcil con el perfil de un hombre con un  arma en la lengua y con el perfil de una mujer recibiendo la bala. Lo que pasa es que tenemos grandes talleres  de costura y tejido de 50 personas, se hace costura, moldería,  tejido a mano y tejido a máquina, entonces en esos talleres se usan solamente las manos, hay mucha circulación de ideas, van aflojándose los secretos y se va compartiendo, y de compartir la agresión sale el compartir la defensa y ellas mismas se organizan. Lo que nosotros tratamos de hacer es ver cómo podemos despertar algo que es natural como la autodefensa y, entonces, concientizarla, organizarla. 



CdlC: Quizás el libro más autobiográfico de Rivera es “Esto por ahora”. Cuando lo leí no entendí el motivo del título, pero ahora lo veo como una referencia al trabajo de ustedes…

SF:  Lo que podemos… (se ríe)
Entrevista: MC
Colaboración: Juana Garabano

 

La Fundación Pedro Milesi yBiblioteca Popular de Bella Vista tiene su sede en Rufino Zado 633 esq. José de Iriarte,  Córdoba, Argentina. Por donaciones o informes: +54 0351 469 04 47 / +54 0351 468 35 89; fpm_ad@yahoo.com.ar.  
La Biblioteca distribuye los libros que recibe entre otras del interior provincial. Durante la entrevista, Susana nos mencionó la dificultad que tienen para pasar a formato digital su importante archivo audiovisual en VHS; quizás ese puede ser un aporte de mucha utilidad para la institución.

Entre otras buenas notas sobre Susana y la Biblioteca, destacamos “Biblioteca Bella Vista”, por Walter Marini e Ignacio Portela en Sudestada y SusanaFiorito: pequeña gran mujer, por José Playo en La Voz del Interior. 







viernes, 25 de noviembre de 2016

café de las ciudades es un lugar en la red para el encuentro de conocimientos, reflexiones y miradas sobre la ciudad. No es propiedad de ningún grupo, disciplina o profesión: cualquiera que tenga algo que decir puede sentarse a sus mesas, y hablar con los parroquianos. Amor por la ciudad (la propia, alguna en particular, o todas, según el gusto de cada uno), y tolerancia con las opiniones ajenas, son la única condición para entrar. Hay quien desconfía de las charlas de café: trataremos de demostrarle su error. Nuestro café está en cualquier lugar donde alguien lo quiera disfrutar, pero algunos datos ayudarán a encontrarlo. Estamos en una esquina, porque nos gustan los encuentros, y porque desde allí se mira mejor en todas las direcciones. Tenemos ventanas muy amplias para ver la vida en las calles, y no nos asustan sus conflictos. Es fácil llegar caminando a nuestro café, y por eso viene gente del centro y de todos los barrios (sí alguien prefiere un ambiente exclusivo, que se busque otro lugar). No faltaran datos sobre cafés amigos, porque nos gusta andar de bar en bar: ¿cómo pedirle a los parroquianos que se queden toda la noche en el nuestro? Esa es la única cadena a la que pertenece el café de las ciudades: la de todos los cafés únicos e irrepetibles, en cualquier esquina de cualquier ciudad.
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