Biblioteca
Popular de Bellavista: ¿urbanismo social avant
la lettre o “lo que podemos”?
Entrevista a
Susana Fiorito.
A
Bellavista se puede llegar caminando en pocos minutos desde la ajetreada
peatonal del Centro de Córdoba, desde el muy trendy barrio Güemes o desde la hiperdensa y juvenil Nueva Córdoba.
Claro está, con alguna precaución y sin
dejarse asustar por comentarios como el dudosamente redactado de su entrada
en Wikipedia: “Actualmente el populoso
barrio es considerado uno de los más peligrosos de la ciudad por el índice de
delincuencia que presenta, a lo cual le da mala fama por esa parte”.
A
renglón seguido, la misma fuente matiza: “Pero
el Carnaval de Bella Vista realizado por la vecinal con la participación de la
Biblioteca Popular barrial y los colores del Club Atlético Bella
Vista le dan el orgullo al barrio
cordobés”.

Esa
Biblioteca Popular es fruto del esfuerzo de dos personas, el gran escritor
Andrés Rivera y su pareja Susana Fiorito, a quien entrevistamos una mañana
soleada de invierno en la sede de Rufino Zado e Iriarte, a media cuadra de La
Cañada (la segunda Cañada, la de los árboles
fallidos, los bordes bajos y las casas humildes). Cuando le explicamos a nuestra entrevistada de que va nuestra revista y que
abordamos la ciudad no solo desde el punto de vista del desarrollo urbano y la
planificación sino también de temas sociales, económicos y culturales, ella entiende enseguida de que hablamos: “Es
decir, de la gente”.
La
primera pregunta inquiere sobre el barrio y como lo caracteriza Susana en
términos históricos, tanto el barrio al que llegó con Rivera en los ´90 como el
de la actualidad
SF:
El barrio es una cosa viva que cambia muchísimo de acuerdo a los avatares políticos
y económicos del conjunto de la Argentina y además tiene su propia dinámica que
depende de la dinámica demográfica, del paso de las generaciones. Esa dinámica
sigue también los vaivenes de la demanda
de trabajo no formal; es un barrio enclaustrado bastante cerca del centro
pero de alguna manera aislado, no está atravesado por líneas que impliquen la
traslación de actividades y relaciones. De alguna manera ahora está más abierto
pero durante muchos años fue una especie de “globito”. Yo vivo acá hace más de 20
años y la calle donde yo vivo desemboca en la Av. Julio A. Roca, por lo tanto, desde
las 5 de la mañana yo sentía los pasos
de la gente que iba caminando a tomar el transporte para ir a trabajar a la
fábrica, la oficina o el taller. Desde el “parate” que hizo la economía en el
2000, 2001, no se oía un solo paso; después del 2002 o 2003 empezó a regularizarse
otra vez el ruido del ritmo de los zapatos y alpargatas de gente yendo a
trabajar. Lo mismo pasó adentro del barrio, acá hay una cantidad de bolichitos,
uno vende patas de pollos, otro es un almacén, ahora hay un supermercado chino
(se ve que entramos a la modernidad, agrega entre risas). Pero durante muchos
años solo había 3 o 4 negocios. Estaba la panadería con las empanadas y las
pizzas y dos almacenes, en el cual en uno sabias que podías comprar el vino y
en el otro sabias que podías comprar el pan, pero todo eso se ha ampliado,
ahora hay una integración mayor a la vida urbana, me parece.

CdlC: ¿Cómo se establecieron acá?
SF:
Bellavista tenía muy mala fama. Este edificio antes era un depósito de forraje,
no tenía las plantas altas. El dueño era evangelista o alguna religión por el
estilo, y los domingos juntaba a los niños para hablarles de las Sagradas Escrituras.
Todo esto cambió. Fueron los vecinos los
que contribuyeron, y también el aporte monetario de muchos escritores,
poetas, cantores de Buenos Aires. Andrés y yo fuimos los que empezamos con esto
junto con Carlos Masera, que había sido secretario general de SITRAC [SITRAC-SITRAM, sindicatos clasistas de las
plantas Concord y Materfer de FIAT, protagonistas de las grandes luchas obreras
de fines de los ´60], Bizzi, integrante de la comisión directiva, Ponce,
que era un delegado. Así que vino una parte de la gente que había trabajado en
SITRAC y que había sigo “degollada” por Lanusse
y después algunos militantes que habíamos estado acá en los años de auge
del movimiento de los empleados de las automotrices y que después habíamos
pasado por toda la dictadura con mucha gente muerta, degollados, torturados,
mucha gente que desapareció y se fue a buscar empleo en lugares recónditos. Y así
volvimos a juntarnos y a rearmar lazos,
poco a poco…Mirina Curutchet (la hermana del Cuqui Curutchet, el abogado del
SITRAC que fue fusilado en Ezeiza) y dos arquitectos más hicieron los planes
para ampliar esto, que no se amplió de una sola vez. Nos sentábamos ahí (señala la entrada) a la mañana con esa
puerta abierta, nos poníamos los 5 en la mesa, que era una pila de ladrillos
con una tabla de albañilería, y los 400
libros que habíamos traído de casa y de amigos de Andrés que habían donado.
Hasta que un día pasa por esa vereda una señora voluminosa que hace cuatro
pasos, vuelve, pone los brazos en jarra entra y dice “Vos, ¿qué haces acá?” Era
uno de los que habían sido delegados del SITRAC, que se había ido y ahora volvía
como miembro de la comisión directiva de una biblioteca popular, y ella era
costurera de la municipalidad (o del ejército, no se bien) y su marido sastre;
ellos fueron los que nos fueron presentando a la gente del barrio y dando fe
por nosotros. Nuestra inserción fue espontánea y no tenía nada que ver con los
libros, sino con las relaciones de
vecindad, con la cosa social. Mucho antes de eso, cuando vino el primer
albañil, el señor que vivía al frente, que ahora murió, se cruzó de vereda, me
dio la mano, se presentó y me dijo “señora, para mí una biblioteca es un
templo” ( aclaro que yo soy atea). Y le dije “¿cómo se llama usted?, mucho
gusto”. El caso es que él fue trayendo a los vecinos, constituyo una comisión
de vecinos y se empezó a trabajar no sabemos muy bien cómo, primero creo que
con los chicos porque no había rejas, los chicos se tiraban por la ventana, se
revolcaban. El sindicato de maestros nos proporcionó una maestra con licencia
médica y ella iba por los negocios del centro y le regalaban rollos de papel
blanco de almacenero y los ponía sobre la mesa y sentaba a todos los chicos
alrededor, les contaba un cuento y ellos dibujaban los personajes. Llegaba el
viernes y el papel se ponía así en la pared, pero resulta que los monigotes
quedaban patas arriba uno y patas abajo otro, entonces a la mitad de la semana había
que darlos vuelta. Así aprendimos de la gente; esta biblioteca se hizo
aprendiendo de las costumbres y de las propuestas de los chicos y después de
los grandes, fue una ida y vuelta de cosas que aprendimos. Ni Andrés ni yo éramos
bibliotecarios, habíamos sido consumidores de bibliotecas nomas. No teníamos
experiencia de biblioteca.
Lo
único que teníamos era la inserción en la historia de la huelga agraria del año
1912, del “Grito de Alcorta” [rebelión
iniciada en el sur de Santa Fe y extendida luego a toda la región], por el
viejo Pedro (cuyo nombre tiene la Fundación que dirige la biblioteca, Pedro
Milesi), que nos había contado toda esa historia. Venían los inmigrantes,
sacaban toda la espina, el yuyo, araban la primera vez y después los echaban; los
dueños de los grandes campos les hacían contrato por un año y luego ponían
hacienda.
Aprendimos
mucha historia social, aprendimos también las dinámicas sociales, las cosas que
ocurren con este tipo de población que tiene una escuela primaria pero nosotros
recibimos chicos con certificado de séptimo grado que no saben leer y escribir,
y cuando vamos a hablar con la directora ella nos responde que el ministerio no
les permite que los alumnos repitan el grado. Te das cuenta que queriendo ser
una cosa autónoma, independiente con una mirada no estratificadora, social, tenemos
que sostener dinámicas sociales que chocan
con lo que la estructura civil y cultural que se impone y con el aparato de los
punteros, una cosa aceitada que viene de 1900 y que todavía llevan a la
gente con la boletita y el sobre. Todo lo que te puedas imaginar y saber de
1900 en los atrios de las iglesias sigue igual, aunque ahora van en auto. Lo
elemental no cambio.

De
todas maneras tenemos una biblioteca de
25.000 volúmenes que son consultados, prestados, leídos. Nosotros no
hacemos ayuda escolar, nosotros le decimos al niño donde está el libro, como es
el índice, como tiene que buscar, confrontamos lo que la maestra le dio con el
índice del libro… tratamos de hacerlos
autónomos. Toda la biblioteca tiene la orientación para que el vecino sea
autónomo y que sepa pescar las cosas que necesita para crecer. Por eso también
tenemos una cantidad muy grande de talleres, no nos hemos limitado a la
biblioteca aunque tenemos esos 25.000 libros y sigue aumentando la cifra… Recibimos
muchas herencias, se está muriendo la gente de mi edad, que era la gente que leía,
antes de la televisión y está legando los libros y entonces tenemos comunicación
con bibliotecas populares del interior donde vamos mandando libros, a través de
los comisionistas, cajas de libros, para que se pueda volver a la escritura, a la lectura, a lo que no es audiovisual. Acá
las madres a los dos, tres meses ponen a los chicos en el carrito en frente a
la televisión y lo dejan toda la mañana con la imagen; después el chico no sabe hablar. Nosotros vemos a través de los
años un retroceso en la formulación, en la riqueza de las imágenes. Por eso
tenemos muchos talleres para chicos que todavía no saben leer para la lectura
de imágenes, el cuento. Tenemos una salita donde la tallerista viene todos los
días con una noticia, que puede ser desde el perrito blanco de Fulano a la
muerte de Kosteki y Santillan [militantes
sociales asesinados por la policía en la estación Avellaneda, Buenos Aires, en
2002]. El día en que ellos murieron le trajimos el recorte de la noticia, y
les contamos la historia, entonces los chicos escribieron “tráiganlos a Bellavista
que los cuidamos” con la foto de las piernas altas y el chorro de sangre. Es
decir, tratamos de meterlos en la realidad
social a la que los meten sin hablarles, sin formularla y sin procesarla.
Los chicos no saben escribir pero dicen cosas. Se anota todo lo que dicen y
después se vuelve a leer y se ordena la información (nos muestra el libro Perfiles de Bellavista). Esta es la historia
de los viejos, la historia que dice como se hizo el barrio. Uno de los primeros
años juntamos una cantidad de viejos y adolescentes, los adolescentes hicieron
un mapa en relieve con cajitas de remedios y los viejos contaban las anécdotas
que recogió Andrés. El texto es una reelaboración de Andrés de lo que contaban
los viejos, con algunas fotos, la primera jugadora de básquet en el barrio,
esta era la biblioteca vieja, las fiestas, esta es la biblioteca tal y como la
compramos nosotros. Es una historia para un archivo.


CdlC: ¿El material que tienen y el tipo de
consulta que se hace es básicamente educativa o hay quien viene por recreación
cultural?
SF:
Hay mucha novela, mucha ficción, incluso tenemos una vez por semana un taller
de literatura con María Paula Ineli ,que es profesora de la carrera de Letras, donde
cada año se elige un nuevo tema y todos los participantes tienen que leer un
libro, compartirlo con los demás, en general sobre ejes políticos. Esto trata
de ser una ventana al mundo, a la
historia social de la humanidad. Trabajamos mucho la guerra del ´14, la
guerra del ´39, las colonias, África… vamos mezclando y buscando lectura que
tenga que ver con eso… que se yo, el prólogo de Sartre al libro de Franz Fanon.
Vos no tenes idea de como gente que nunca ha leído otra cosa que avisos del
precio de la carne se engancha con las temáticas. El sábado este hemos tenido
un concurso de ajedrez, nunca hemos tenido un juego de ajedrez acá, el año
pasado cayo un muchacho de la federación, lo propuso y se le juntaron chicos de
todas las edades; se le agolpan los días de ajedrez. Llegamos a hacer el sábado
pasado el primer torneo, los que jugaban eran los niños y los que miraban eran
los padres.


Tenemos
talleres de cultura corporal desde los 5 años hasta mujeres de hasta 80 años que
vienen a la noche. Eso desde hace muchísimos años e incluso empezó en este
barrio cuando nosotros abrimos el primer playón; la vecina del enfrente me lo pedía.
Ella escuchaba por radio a una de estas mujeres que se pusieron de moda con la
gimnasia y juntaba a las vecinas para hacer esa especie de cultura corporal con
música. Después pusimos gente egresada del Instituto de educación física y
cultura corporal, e inauguramos una cosa más vinculada al crecimiento del
cuerpo; nos separamos del concepto de gimnasia sueca.
De
manera que vamos encontrando caminos para armar una escalera intelectual, social, simbólica, un análisis de la
realidad que vos procesas no como la procesa un perro o un gato sino como la
procesa un joven o un niño. Nosotros tratamos
de abrirles el mundo, que sepan que hay algo fuera de la Julio A. Roca y
Elpidio González.
Julio
A. Roca es la avenida de comercios y boliches que vincula el centro ampliado de
Córdoba con la ruta 20, camino a Carlos Paz. Elpidio González nace o termina
(según de donde se venga) en Roca y continúa poco más allá de La Cañada; es el
eje comercial y social del barrio. Bellavista está limitado al norte por Roca, al
este por La Cañada, al sur por una calle que lleva el sorpresivo nombre de
Venus y al oeste por La Pampa, único de sus límites cuyo paisaje cambia
radicalmente al otro lado de la calle, en el barrio parque Residencial Olivos.
Entre esos bordes, un tejido compacto y
bajo, de casas de variada categoría aunque la mayoría ha conocido épocas
mejores. Cada tanto se abren perspectivas profundas desde la altura de las
colinas en que se asienta el barrio y queda claro el porqué de su nombre,
Bellavista.
CdlC: Volviendo al barrio, vos me hablabas de las
dinámicas demográficas. ¿En estos años han observado que el barrio incorpora
gente, que la pierde o que mantiene las familias?
SF:
En el 2000, 2001, 2002, Bellavista perdió gente, que después volvió a venir. Yo
creo que eso de que hay lugares cerrados no existe, por lo menos por acá pasa
la dinámica económica, social, política. Todo el proceso electoral esta como en
el año 1900, la única diferencia es que no se hace en el atrio de la iglesia sino
en la casa del puntero. Los punteros
existen, le dan el sobre con la boleta a la gente, ese sobre luego tiene que
volver con la prueba de algo, del sello en la libreta, y el puntero paga con
algo. Eso no ha cambiado en absoluto desde que tengo 15 años y hoy tengo 86. Lo
que sí, digamos, el barrio se politiza torcidamente
en los 15 días de las elecciones, y después vuelve a caer en la nada
política. Nosotros hemos logrado en actos con alguna barbaridad, represión, trabajamos
mucho el problema de la UCA, Unidad de Contención de Aprehendidos [ubicada a pocas cuadras de Bellavista,
cruzando el puente de la calle Fuencarral, vecina al Hospital Misericordia],
la vieja Cárcel de Encausados, que lleva
distintos momentos de auge y de decadencia, con el código de faltas anterior
igual que con el código de convivencia, no ha cambiado nada. La policía tiene que
tener una cantidad de aprehendidos diarios y semanalmente, así que los chicos tienen que salir de la casa con
DNI, si ese DNI no le sirve al policía, se lo llevan. Lo llevan al patio,
le sacan los zapatos, le pegan con la varita en la planta de los pies porque no
quedan marcas, los llevan a salones donde hay 20, 30 pibes .El chico lo primero
que pide es una bolsa de plástico y una de papel, porque solo los llevan una
vez al baño por día, entonces tienen que hacer sus necesidades en la bolsa. Con
el código nuevo, lo mismo que con el viejo, no hay cambios reales
fundamentales, es lo mismo. Para nosotros es una muestra total de como el sistema
permanece a pesar de todo lo que se dijo alrededor del código de faltas, los
concejales, los diputados… no pasó nada, todo está igual. Lo que también
permanece es que los adoctrinan para que roben para la policía; entran en un círculo
donde el pibe tiene que robar para el cana y vuelve a caer y vuelven a tener
una pena que le pone el comisario. Los chicos hicieron una campaña muy grande 4
o 5 años después que aprobaron este último código de faltas, a lo mejor yo
estoy apartada pero yo noto una bajada en aquel empuje contra el código de
faltas. Estas son las producciones de la salita del mundo mágico (cambia
bruscamente de tema), te lo regalo.

CdlC: ¡Gracias! ¿Qué tipo de trabajo desarrolla la
gente del barrio para ganarse la vida?
SF:
Hay mucho negocito, pollería, kiosco etc. Hay gente que trabaja en el “sistema
de changas”; también hay, como en todos los barrios de Córdoba, un porcentaje
de empleados del estado, que vienen a través del puntero y según quien está en
la municipalidad o en algún ministerio.
Y después está el negocio de consumo: las alitas de pollo, un supermercado
chino, un carnicero, dos almaceneros. La cosa más elaborada, que no es consumo
alimentario, esta fuera del barrio. Hay algún zapatero remendón… pero en general, la gente changuea. A las 5
de la mañana en mi calle se oye a la gente que va a tomar el transporte para
irse a trabajar.
CdlC: Vos que tenés memoria del SITRAC-SITRAM, del
Cordobazo y demás luchas populares, ¿esto
siempre fue así o este barrio tenía otra tradición?
SF:
Yo no conocí este barrio en esa época, yo vivía en Talleres Este. En Bellavista
la gente habla del Cordobazo, de la gente que venía desde la fábrica IKA, pero
no fue un barrio fabril ni obrero. Siempre fue un barrio caracterizado por su cercanía
al centro, de empleados, pequeños bolichitos…
Durante
la entrevista me resultó inevitable la comparación con los Proyectos Urbanos
Integrales de Medellín y, especialmente, sus Parques Biblioteca (aunque ni Bellavista
ni Córdoba sean Medellín). Susana no ha escuchado hablar de ellos y trato de
explicarle el concepto.
CdlC: Es una experiencia del urbanismo
latinoamericano que ha despertado mucho interés y también muchas prevenciones. La
administración municipal que asumió en el 2004, años después de Escobar, trabajó
en barrios conflictivos, dominados por el narcotráfico y, por la geografía de Medellín,
generalmente ubicados en la montaña, casi inaccesibles. La idea central fue
instalar al Estado en los barrios y como punta de lanza se instrumentaron planes
de transporte, hicieron unas escaleras mecánicas que conectaban los barrios con
el metro central, y luego instalaron lo que ellos llaman parques bibliotecas,
con proyectos arquitectónicos muy interesantes. Se proponen como primer punto
de presencia del Estado dentro de esos barrios, como una forma de recuperar y
de constituir el orgullo barrial, de extender el horario de uso del espacio
público. Te voy a mandar algo al respecto y me interesa tu opinión.
SF:
Me interesa que me lo mandes. Esto es una cosa que no tiene nada que ver con el Estado, al contrario, en realidad
nosotros somos los que decimos que las elecciones son una trampa, que son todos
iguales. Descreemos de la organización civil que arma una especie de teatro de
la participación; nosotros le decimos a la gente usted participa acá, donde
esta con su compañero, con sus vecinos, donde usted sabe lo que le pasa y lo
puede discutir. Por ejemplo, el asunto de la violencia de género, hace mucho
que se trabaja e incluso el grupo de mujeres han hecho esténciles pequeños que
pintan ellas mismas en el barrio.
CdlC: Ahora que lo decís, me llamaba la atención que
en los postes de luz, donde normalmente en cualquier barrio se pegan anuncios
de mascotas perdidas, el maestro particular, el que pasea perros… en Elpidio González
encontras en cambio dos tipos de avisos predominantes: de abogados penalistas y
de violencia de género.
SF:
Bueno, hay un grupo grande de mujeres que trabaja eso, por suerte ahora se ha
hecho la marcha pero nosotros venimos
trabajando eso hace años, con esténciles y murales en todo el barrio. Hay un
esténcil con el perfil de un hombre con un
arma en la lengua y con el perfil de una mujer recibiendo la bala. Lo
que pasa es que tenemos grandes talleres de costura y tejido de 50 personas, se hace
costura, moldería, tejido a mano y tejido
a máquina, entonces en esos talleres se usan solamente las manos, hay mucha circulación de ideas, van
aflojándose los secretos y se va compartiendo, y de compartir la agresión
sale el compartir la defensa y ellas mismas se organizan. Lo que nosotros tratamos
de hacer es ver cómo podemos despertar algo que es natural como la autodefensa
y, entonces, concientizarla, organizarla.
CdlC: Quizás
el libro más autobiográfico de Rivera es “Esto por ahora”. Cuando lo leí no entendí
el motivo del título, pero ahora lo veo como una referencia al trabajo de
ustedes…
SF: Lo que podemos… (se ríe)
Entrevista: MC
Colaboración: Juana Garabano
La Biblioteca distribuye los libros que
recibe entre otras del interior provincial. Durante la entrevista, Susana nos
mencionó la dificultad que tienen para pasar a formato digital su importante archivo
audiovisual en VHS; quizás ese puede ser un aporte de mucha utilidad para la
institución.